Como hemos visto, la implantología consiste en fijar los implantes al hueso, encajando con precisión en nuestra anatomía, lo que permite prescindir de adhesivos y restaurar la función y la apariencia de los dientes naturales.
Asimismo, no tenemos que preocuparnos por un resultado antinatural o por consecuencias adversas para otras piezas dentales, ya que los implantes respetan los rasgos faciales y evitan dañar los dientes sanos de alrededor, así como la pérdida de hueso en la zona de los dientes perdidos.
Además, los implantes se pueden colocar en un solo día y durar muchos años, lo que supone una gran comodidad para los pacientes y un ahorro a largo plazo. No obstante, el precio puede variar en función del estado de salud bucodental del paciente y del número de implantes que necesite.
Y por si esto fuera poco, en la actualidad existen recursos para colocar implantes dentales de una manera totalmente indolora: con la ayuda de la anestesia local y la sedación endovenosa conseguimos que los pacientes no sientan ningún dolor.
En definitiva, los implantes dentales pueden mejorar nuestra salud y apariencia, así como nuestra confianza, nuestra habilidad para comer con normalidad y nuestra calidad de vida.